Yo me gano el pan con el sudor de mi lengua Víctor Saume Al comenzar la mañana del martes 29 de septiembre de 1964, el paciente Víctor Saume se confesó y comulgó junto a su mujer en la habitación que tenía asignada en el hospital Clínico Universitario. Aquel día tenía una cita en el pabellón de cirugías con el doctor Rubén Jaen quien intentaría ocluir dos peligrosos aneurismas localizados en su organismo. Una vez terminada la que sería su última comunión, fue sacado del cuarto con rumbo a la sala de operaciones. Lo acompañaban su esposa Lola y su hija Elizabeth. Antes de entrar al ascensor tomó las manos de su hija y con firmeza le pidió: “Cuida a la viejita”. En todo el trayecto la peculiar sonrisa que le conocieron los televidentes se asomó por encima de la preocupación que sentía ante la delicada intervención quirúrgica a la que sería sometido. Los pronósticos no eran buenos, pero no había más opción que operar pues de no hacerlo, el paciente podía morir en pocas semanas debido a qu