Relatora
de las 'saudades' y de la indiferencia ante la pobreza en África.
Cantar ante el público con los pies
descalzos era el sello que identificaba a la cantante caboverdiana Cesaria
Evora. El
gesto no era producto de la invención de algún mánager, ni buscaba conmover a
nadie: ella creció sin zapatos y le resultaba natural. Cantaba así antes de ser
famosa, cuando la contrataban en los pomposos cruceros europeos que llegaban al
puerto de Mindelo, en la isla de San Vicente, en su país natal. A partir de
ahí, se convirtió en un símbolo
de la resistencia y de la comunión con sus compatriotas.
El pasado sábado, la llamada 'Diva
de los pies descalzos', que llevó la morna (el género que interpretaba)
por el mundo, vendió más
de 5 millones de discos, ganó un Grammy, recibió el título de Caballero de la
Legión de Honor de Francia y el Premio de la Música de la Unesco,
falleció de insuficiencia pulmonar.
Canciones como Sodade, Beijo roubado, Africa Noussa, Miss
Perfumado o su versión de Bésame mucho son documentos de la historia de una
auténtica cantante del pueblo.
Cuando vino a Bogotá, en marzo de este año, para brindar el
que fue su único concierto en Colombia, sorprendió a quienes la recibieron con
esa paz profunda que emanaba de su temperamento, y una humildad que no tiene
nada que ver con el calificativo de 'diva'. Se mostraba totalmente agradecida
con cada detalle. Cuentan que guardó en su cartera la página con la entrevista
que salió publicada en esos días en EL TIEMPO.
"Yo no voy a cambiar nunca alguna
cosa de mi personalidad. Es un don natural. Yo estoy viviendo con mi familia,
con mi gente, en la simplicidad",contaba entonces Cesaria, quien, aun
siendo el personaje más popular de Cabo Verde (país con una población de
500.000 habitantes) ante el mundo, tenía un estilo de vida desprendido de las
posesiones que le permitía caminar por las calles de Mindelo como cualquier
otra persona y visitar a sus amigos y parientes, por quienes sentía la importancia
de estar cerca.
Su música era su medio de comunicación: solo
hablaba una lengua créole derivada del portugués y de dialectos africanos, el
kriolu de sus antepasados, que fueron esclavos. Por eso, siempre
estaba acompañada por una traductora. Solía ser una mujer de pocas palabras en
entrevistas: sostenía la mirada con una pasividad extrema.
Pocos meses después, en septiembre pasado, anunció su
retiro, debido a indicaciones médicas, y tuvo que cancelar la gira que tenía
programada. Entonces declaró al diario francés Le Monde: "Lo
siento, pero ahora debo descansar. No tengo energía. Lamento realmente tener
que ausentarme por enfermedad... Me habría gustado seguir dando placer a
aquellos que me han seguido por tanto tiempo".
Fama tardía
Fue precisamente en París, apenas en 1988, cuando Cesaria
tenía 47 años, que grabó su primer disco y se convirtió en la embajadora
mundial de la morna.
Fue un descubrimiento tardío: no estaba en los planes de la
caboverdiana haber sido cantante y, menos, viajar por el mundo para cautivar al
planeta con un canto que parecía atado exclusivamente a la realidad de su país.
Sin embargo, el amor por la música sí la conquistó cuando
apenas tenía 16 años. En aquella entrevista con este diario, relataba que todo
comenzó cuando ella iba a ver los ensayos de un grupo en el que cantaba
Eduardo, un joven del que ella estaba enamorada, pero era muy tímida para
hablarle. Un día, él la puso a cantar: "Mi voz era muy delgadita, entonces
él me dijo: 'canta más alto, porque tienes una voz muy bonita' ".
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