Para llegar al corazón de la gente, hay que escribir con el corazón. Delia Fiallo complementa el artículo de Ibsen Martínez con una anécdota de Carlos Andrés Pérez
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Gracias por pasarme el artículo de Ibsen. Efectivamente, ante el “misterio” de mis continuos éxitos en Venezuela, allá por los años 60, la competencia montó un complicado mecanismo de investigaciones semiológicas bautizadas con nombres rarísimos para descubrir normas, fórmulas y reglamentos que les permitieran manejar científicamente algo que solo dependía de los sentimientos. Vale decir que los instrumentos de trabajo de un “escribidor” de telenovelas son las emociones, el común denominador del género humano en todas las épocas y en cualquier lugar del mundo. Y hay que decir también que lo que hacemos no se estudia, no se enseña, se nace con eso, o cuando más se puede realizar cuando se aprende a amarlo y respetarlo. Uno de los pocos secretos es crear situaciones y personajes creíbles dentro de una temática familiar, con la intención de que aquellos que se sientan frente a un televisor se vean reflejados en la pantalla, como si fuera un espejo. Y esa realidad matizarla con ciertos toques de fantasía y dejar abierta una infinita posibilidad para ejercer el derecho a soñar.
Por supuesto que el andamiaje de la competencia se vino abajo, lo derrumbó la falta de rating. Y es que nunca descubrieron que para llegar al corazón de la gente, hay que escribir con el corazón.
De aquella época hay varias anécdotas antológicas, te cuento una para que te diviertas: Durante unas vacaciones que me tomé, mi canal Venevision perdió frente a Radio Caracas, su competidor. Cuando regresé con mi novela “Rafaela”, en menos de un mes puse de nuevo a Venevision en un muy alto primer lugar. ¿Qué hizo el gerente general del canal de la competencia? Pues le pidió una cita al presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez. Allí entre otras cosas le dijo que yo estaba “corrompiendo a la mujer venezolana con mis historias”, “que tenía que prohibirme escribir”, “que debía declararme ciudadana non grata y expulsarme del país”. La respuesta de la gestión que en un telegrama le dio el gerente de la competencia a un escritor suyo, que igualmente deseaba anularme y estaba de viaje, fue: “Nos jodimos, José Ignacio. Carlos Andrés ve “Rafaela”.
Un beso,
Delia
Reacción de Delia Fiallo | El Blog de Montaner
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