Traducción: Sebastián Cruz y Ruben Lopez Cano
Resumen
Uno de los aspectos más sorprendentes de
la cultura musical de posguerra de los Estados Unidos es el uso
sistemático de la música
como arma de guerra. Esto surgió a la luz
pública por primera vez en 1989 cuando las tropas de los Estados Unidos
utilizaron como fuerza de ataque, música a alto volumen con el fin de
hacer rendir al entonces presidente de Panamá, Manuel Noriega.
Hoy, el uso del "bombardeo acústico" se ha vuelto
una práctica estándar en los campos de batalla de Irak y el bombardeo
específicamente musical se une a la humillación sexual y al aislamiento
sensorial, como algunos de los medios no letales con que prisioneros de Abu
Grahib a Guantánamo, pueden ser obligados a entregar sus secretos sin que se
violen las leyes de los Estados Unidos.
La idea de que la música puede ser utilizada como tortura
nos confronta con una novedosa e inquietante perspectiva sobre las prácticas musicales
contemporáneas en los Estados Unidos. ¿Qué es lo que podemos saber sobre
nosotros mismos en los Estados Unidos cuando nos enfrentamos a dicha
perspectiva? ¿Qué nos dice sobre nosotros y nuestros antagonistas el uso que
hace nuestro gobierno de la música?
Este artículo es un primer intento para
entender la lógica cultural y militar en la que está basado el uso
contemporáneo de la música como arma en la tortura y en la guerra.
http://www.globalizate.org/documents/msc210307.pdf
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